Cuentan las leyendas que olvidar es fácil y que batalla a batalla se ganan guerras. Que ningún maldito duende anda por ahí enredando y susurrando latidos proscritos a la luz de un candil que nadie enciende. Que no existe el blanco, ni el negro, solo una enrevesada aritmética de colores que se suman o se restan al compás del caos. Que las notas de tu perfume no huelen a melodía de tango malparido.
Cuentan las leyendas que las letras de tu nombre no azuzan tempestades en mi almohada y que esta noche las agujas del reloj no arrastran cada segundo como Sísifo su roca. Que en algún recóndito lugar entre la mentira y el miedo habitan todas las respuestas a ninguna pregunta. Que los monstruos no han vuelto a susurrarme. Que no asusta, que no se clava, que no me dueles.
Cuentan las leyendas que nada sucede como cuentan las leyendas y que, si me quedara dormida, soñaría un camino donde ya no me llovieras.
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