jueves, 30 de noviembre de 2023

DERROTA


Aunque había intentado postergarlo durante lo que parecía una eternidad, sabía que aquel instante llegaría. Había luchado durante meses por evitarlo sabiendo que la derrota era irremediable. Aquella batalla no se ganaba con besos ni con ganas. Lo supo, solo lo supo, no preguntéis cómo. Una ráfaga gélida que le congeló el corazón y la dejó sin palabras. Al descorrer la cortina y mirar a través de la ventana, allí estaban todos, esperando para acompañarla en un viaje sin retorno. Su colección de miedos y pesadillas, como fantasmas mudos, aguardaban hambrientos la hora de la venganza. No faltaba ni uno. Lo ocupaban todo, sin dejar un milímetro a la esperanza. Era tiempo de rendirse y guardar silencio, así que se dispuso a abrir la ventana y dejarlos entrar a todos. Garras afiladas le abrían surcos en todas las sonrisas que te dedicó mientras dientes como sierras despedazaban implacables el calor de tus abrazos. Carcajadas y burlas. Susurros venenosos: siempre lo supiste. Cayó de rodillas y tuvo la certeza de que ya jamás volvería a levantarse. Y es que hay veces que para morir no es preciso dejar de respirar.  

viernes, 24 de noviembre de 2023

Sueños de astronauta

La luna insomne y temprana me hace sudar sueños como pétalos. Flores que se deshojan mientras en mi garganta se agazapa una cohorte de quieros y en mi boca se tropiezan los sustantivos y los verbos con tu lengua. Brotan de mis pechos hiedras, en mis ojos cobran vida girasoles del color de un beso y en mi piel un pantano se derrama gota a gota hasta mojar las sábanas. Un oasis aflora en mi entrepierna y mis dedos de pianista sin teclas acarician tu espalda mientras el Canon de Pachelbel se atrinchera en cada uno de los rincones de la estancia. El mundo y tu sonrisa caben entre mis abrazos. Nuestras bocas se buscan con prisa dando paso a una humedad nueva. Te cubro el pecho de estrellas y mis latidos se acompasan al chelo y a tu respiración. Es una noche sin oscuridad, es la vida a sorbos, es… fuego y alma, y todo el universo se muda a tu ombligo. Tras las ventanas hace viento, hace lluvia, hace frío, hace labios y hace tiempo. Todo el tiempo.
Te sumerges entre mis pechos. Mis pezones enhiestos te piden besos, lengua, mordiscos. Lamo cada poro de tu piel. Tengo sed de todo tú y bebo de cada uno de tus jadeos. El vaivén de mi cintura al ritmo de los acordes de tus dedos que exploran mi volcán. Noto tu excitación. Te saboreo como si fueras un caramelo que quema. Entras en mí y el mundo se detiene.

La ropa por los suelos, la habitación deshecha de gemidos, las sábanas que se enredan entre nuestras piernas y la música suena para callar nuestros jadeos. En la calle, la gente se refugia de la lluvia bajo el paraguas. Empiezan a nacer charcos en la calzada y las nubes siguen llorando. Nosotros, ajenos al devenir vespertino que se asoma entre el cortinaje, solo vivimos. Y el mundo entero cabe en tu risa.

sábado, 18 de noviembre de 2023

Astronauta insomne


El insomnio parece haberse adueñado de las noches de la astronauta de manera irremediable. Ha probado a dormir con el traje puesto, pero es incómodo y, al final, la procesión va por dentro. Ha contado rebaños enteros de ovejas, de todas las razas y todos los tamaños. Ha cambiado los ovinos por piedras, a ver si visualizando seres inertes se apaciguaba el torrente que convierte su pensamiento en una montaña rusa desquiciada. Ha intentado sosegarse repasando las lecciones de cromoterapia, pero su rojo intenso neutraliza de inmediato cualquier amago de color pastel.

Sabe a ciencia cierta quién es el causante del desvelo, quién genera y esparce el rumor de las dudas y el millón de preguntas que no se pueden hacer. Dicen que lo que no se habla, se llora, y ella ya se acerca a las fronteras de la deshidratación. Debe hacer algo cuanto antes para contrarrestar a la máquina rebelde que no obedece, o al menos para reducir el volumen de las consecuencias. Las agujas del reloj marcan las cuatro y una idea va tomando forma en su cabeza nublada. Como todas las máquinas...Sí, eso es. Tiene que estar por alguna parte. Revuelve cajones y cajones de recuerdos desterrados. Escarba con desesperación en el baúl de lo que nunca ocurrirá. Baja del desván la maleta usada en los viajes que todavía no ha hecho. Nada, no aparece. Los primeros rayos de sol despuntan ya en la línea del alba cuando al fin da con él en el cofre de los martes imposibles. Por fin, el Manual de instrucciones del corazón de esta astronauta. Personal e intransferible.

Lo examina con detenimiento y se asombra ante la cantidad de información que detalla. Válvulas, conectores, electrodos, acción y reacción integran una suerte de computadora mecánica que no obedece a la lógica de las leyes de los hombres sino a arcanos como poco inverosímiles. Lee con atención e incredulidad los centenares de ejemplos de funcionamiento y la exactitud con la que están descritos. La chispa que prende dentro con una sola mirada tuya. La descarga eléctrica que suponen tus besos. La deflagración instantánea que provoca el roce de tu piel. El seísmo causado por la indefinición de tu segunda persona del singular. Céntrate, se dice. Debe hallar el apartado que especifique soluciones a problemas o averías. Tiene varias opciones. La primera, localizar la válvula de drenaje con el fin de dejar salir una parte del sentimiento que ya no le cabe dentro. La segunda, situar el interruptor del bluetooth que le conecta sin piedad el corazón a la mente. Y la más drástica, averiguar qué cable tiene que cortar para que se apague y se calle de una maldita vez.

Cuando por fin sus ojos alcanzan la latitud de la sección de soluciones, no se lo puede creer. Una sola frase. En negrita, cursiva, subrayada y al doble de tamaño que el resto de caracteres. Y encima, en ruso:
Астронавт, Вы не можете остановить волшебство


Al encontrar su significado en el traductor de Google, una lágrima y una sonrisa luchan por adueñarse del momento. 

jueves, 16 de noviembre de 2023

AGUA Y FUEGO

Tarde de mantita, café y libro al son de las gotas de lluvia que golpean el cristal de la ventana. Son transparentes y delicadas, preciosas y frágiles, persistentes. Poco a poco lo cubren todo con su aliento de vida. Centímetro a centímetro conquistan el alféizar, las paredes, las tejas y el verde de las plantas del patio. Copian con exactitud el modus operandi de tu recuerdo, que aparece como una luz pequeñita en una esquina de mi mente e intenta colonizar cada resquicio de mí. Trato de esquivarlo, pero sé que está ahí, que su tacto es cálido y suave, que huele a ilusión y sabe a tormenta de besos. Intento volver a la lectura y, sin embargo, soy incapaz de frenar la imaginación. Tu recuerdo insiste y emite una vibración que hace imposible fingir que se ignora. No puedo más. Me rindo. Cierro los ojos y dejo que fluya. Tus pupilas vuelven a clavarse en las mías. Tu voz se acurruca como un gato perezoso en los pliegues de mi sonrisa. Tu pecho es el dique que contiene la crecida y tus brazos la barrera natural entre mi huracán y el universo. Mis manos recorren tu piel mientras tus labios bailan un tango con los míos. Tu lengua enroscada en mi pezón izquierdo. El deseo no pide permiso y muerde con saña. Mi respiración se agita mientras la galaxia se condensa en tu lengua buscando mi ombligo. Diluvia en la calle mientras las ganas de ti me llueven entre las piernas. Fuego y agua. Me gustaría contártelo. Tal vez lo haga. Tal vez sonrías y me abraces como haces en mi sueño mientras te susurro estas palabras al oído. Tal vez.

domingo, 5 de noviembre de 2023

Astronauta insomne


Son las tres de la mañana en la constelación de Orión y Morfeo vuelve a jugar al despiste con el tic tac inmisericorde de un reloj parado. La astronauta da vueltas y más vueltas, pero no encuentra la postura sobre la cama de cristales rotos. Los soñadores galácticos reposan serenos en sus lechos de nube, ajenos al huracán que la destroza.

No puedes ser más estúpida, se repite en bucle para sus adentros. Por mucho que lo intenta, no logra deshacerse del frío y del miedo. Miles de preguntas sin respuesta le desfilan por la mente y la sacuden como pequeñas descargas eléctricas. Sus propias palabras la torturan con premeditación y alevosía. ¿Por qué? ¿Por qué no pudo retenerlas e impedir que nacieran?

Duele, joder, duele. Pensar que no va a volver. Duele el silencio cargado de verdades que se imagina. Y el tic tac inmisericorde del reloj parado le susurra cuál es la única forma de no morir. 

jueves, 2 de noviembre de 2023

SUERTE

Oscuras nubes cubren el cielo regalándoles la intimidad que necesitan. Hasta el viento se ha calmado, y solo susurra entre las ramas de los árboles. La noche y sus habitantes guardan un silencio emocionado. Ha llegado el momento, su momento. El de transitar los senderos de los vivos una única noche al año. 

Cogidos de la mano recorren la avenida donde sus ojos se cruzaron por vez primera. Mientras caminan, sus memorias navegan en el recuerdo de meses mirándose desde lejos y sonriéndose con cortesía. Primeras palabras y el latir descontrolado de dos corazones que perdieron al escondite y se encontraron cualquier martes de una primavera insospechada. Besos en las sombras y ganas mojadas en fuentes ajenas. Cerilla, llama, hoguera, incendio. Cadenas invisibles y almohadas empapadas. 

No les sirvió la vida y buscaron suerte entonando juntos la canción de la muerte.

TARDE

Pasan dos minutos de la medianoche. Llega tarde, como siempre. No le importa —es más, diría que disfruta— haciendo esperar a los...