jueves, 31 de agosto de 2023

Rayadura mental

Mirando aquella foto de su más tierna niñez, de repente su cerebro estableció la conexión de forma involuntaria. Algunos de sus peores recuerdos venían siempre acompañados de la estampa de un jersey a rayas. Primero fueron los de la abuela Remedios. Siempre me los regalaba el día que se acababan las vacaciones y teníamos que volver del pueblo. Uno cada año, por si ya no llegaba a las siguientes navidades; aquellas rayas encerraban toda la tristeza de un chiquillo obligado a cambiar campo abierto por asfalto de ciudad. Luego aparecieron las pesadillas en Elm Street y en su cama de la mano de aquella demoníaca prenda sobre el cuerpo de Freddy Krueger. Poco después irrumpieron en su existencia aquellos meapilas de los Hombres G queriendo comprarse un jersey a rayas en Venezia (se ve que por no tener no tenían ni abuela), canción que le valió su primer intento de beso fallido. Y cuando ya pensaba que se había librado del patrón maldito, nació en su hermano pequeño la insana obsesión de buscar a Wally en los escenarios más insólitos y en cualquier momento del día. No tuvo más opción. Ahora comprende por qué en su fondo de armario se han borrado todas las rayas, o quizá se hayan formado con sus líneas todos los cuadros de sus camisas. 

jueves, 24 de agosto de 2023

UN PROBLEMA MÁS

La existencia humana está repleta de enigmas, de misterios insondables que hasta ahora nadie ha logrado desentrañar. ¿Hay vida fuera de la Tierra? ¿Hay algo más allá de la muerte? ¿Quién decidió que el personal de esta cochambrosa cocina vistiese de blanco? 

Ni el agua oxigenada, ni el vinagre con sal ni el amoníaco habían cumplido su propósito de eliminar los restos del despropósito. No era así como tenía que ocurrir. No era así, pero el destino juega a veces con cartas marcadas. Un chef menos y un problema más. 

jueves, 17 de agosto de 2023

...LOS SUEÑOS, SUEÑOS SON


La rebeca para estar a la sombra y el rojo de las granadas convertían al otoño ya en un hecho consumado. La estación de los ocres había dispersado a las hordas de grados centígrados que se atrincheraban en los termómetros y le había regalado la oportunidad de trabajar con él en un proyecto con el que llevaban soñando meses. Un club de lectura semipresencial donde se pudiera hablar de los libros que el grupo considerara más interesantes a lo largo del año. Tenían mucha faena por delante, ya que querían dar el pistoletazo de salida con el nuevo año.

La noche anterior no pudo pegar ojo. La danza frenética de las mariposas que se habían mudado a su estómago lo hacía imposible. Harta de sentirse ridícula, se acomodó en la cocina y dejó preparada (bien bonita, como a ella le gustaba) toda la documentación para la reunión de la mañana siguiente. Cuando llegó al lugar de la cita, él ya estaba allí con un café en la mano y esa ceja levantada en expresión socarrona que la hacía perder el norte. Un hola y una sonrisa tímidos a modo de saludo. No podía mirarlo a la cara durante más de tres segundos. ¿Vergüenza? No lo sabía.Tú actua como si no fueras idiota y no estuviera a punto de salírsete el corazón por la boca, le repetía la cansina voz de su cabeza. Lograron avanzar en el orden del día hasta los extractos que ella había seleccionado como gancho de sus propuestas de lectura. Contemplarlo inmerso en un libro era una de las escenas que había imaginado un millón de veces. Mientras él iba leyendo el primero, concentrado, serio, ella se permitió apoyar los brazos sobre la mesa y descansar la cabeza sobre ellos. Necesitaba aliviar la tensión de su cuerpo y la juerga nocturna de mariposas jugaba en su contra. Cerró los ojos un segundo mientras él terminaba el segundo texto y, sin poder evitarlo, cayó rendida en brazos de Morfeo. A los pocos segundos, levantó la cabeza, aturdida, y se encontró con la mirada de él clavada en ella. Sus ojos acariciaban y su boca se curvaba en una sonrisa que, en silencio, expresaba todas las palabras que ella ansiaba oír. Sabía que era del todo imposible, pero saber que él también lo sentía la lleno de una felicidad hasta entonces desconocida. El sonido de un teléfono la hizo regresar de golpe al lado de la vida donde los sueños no se cumplen.

Terminó el último párrafo y se giró hacia ella para comentarle que le gustaba su selección, y se la encontró dormida apoyada sobre la mesa. Joder, ¿qué estaría soñando con esa sonrisa? Aunque ella no lo supiera, la llevaba clavada en el alma desde el primer día. El sonido de un teléfono la trajo de nuevo junto a él, sustituyendo la magnífica curva ascendente de sus labios por una expresión de desconcierto seguida de una tristeza infinita que le nublaba los ojos.

domingo, 13 de agosto de 2023

LA GALAXIA MÁS HERMOSA

Tú no lo sabes, pero la mayoría de días consigue actuar como si no pasara nada. En sus ratos libres viaja a planetas de nombre impronunciable y contempla seres y paisajes improbables hasta en la imaginación más disparatada. Caracolas fucsias que cantan rancheras mientras cangrejos mariachis bailan sobre arenas plata. Árboles que nadan y peces que vuelan en cielos de colores imposibles. Montañas de menta y nubes de café.

Tú no lo sabes, pero a ratos no lo logra. Y se abre el pecho en canal para llenarse los ojos de la galaxia más hermosa. La que más duele. La que lleva tu nombre y no aparece en ningún tratado de astronomía. Alrededor de un sol que nació de vuestro primer abrazo y que brilla exactamente igual que tu sonrisa, orbitan pequeños planetas que van cambiando de color según sea domingo o martes. El de las cosas bonitas que nunca te va a decir. El de los besos que se perderán en el espacio infinito en lugar de refugiarse en tus labios. El de las miradas y las pieles que ya no volverán a ser llama. El de las canciones que la hacen pensar en ti y jamás te dedicará. Ese es el más traicionero. Let me be the one, suena en su cabeza, y una lágrima traidora le hace los coros. 

jueves, 10 de agosto de 2023

MUÑECA VESTIDA DE BLANCO


No te asustes, niño de los pies descalzos. Tú tampoco eres muy guapo, que digamos. No, no soy la muñeca vestida de azul que canta tu abuela. El azul es un color de chicos, y yo soy una niña, ¿es que no me ves? Ya, ya sé que está oscuro y no distingues bien. Mi madre siempre me viste de blanco. De blanco pureza, de blanco inocencia, de blanco que se ensucia nada más salir de casa. Ahora llevo el vestido manchado de tierra y no puedo volver. El cinturón de mi madre hace mucho daño en la espalda. Es mi cumpleaños, ¿sabes? Cumplo siete años y el año que viene ya me dejarán sentarme en la silla de los mayores y adornarán mis orejas con pendientes de señorita. Pero he estropeado el vestido nuevo y a lo mejor me siguen castigando. No sé si prefiero el cinturón o la cabeza dentro del agua fría del balde del patio. La última vez se me llenó la nariz de agua y me desmayé. No sé bien qué paso después ni por qué solo unas pocas personas pueden verme. ¡Eh, no llores! ¡Espera, no corras! Si yo solo quiero jugar...

jueves, 3 de agosto de 2023

DISIMULADA


Si las miradas tuvieran alguna consecuencia tangible en el plano físico, la suya sin duda habría agujereado el mantel. Sabía que, por mucho que intentara disimular, sus ojos siempre iban por libre, y de ningún modo permitiría que él siquiera atisbara la tormenta que en ese momento arrasaba su interior. Bastante humillación suponía ya haberle confesado, tiempo atrás, sus sentimientos. No había manera de controlarlos pero, desde luego, él no tenía por qué saberlo. 

Así no se sienta una mujer, le hubiera dicho su tía. Hubiera dado igual explicarle que la falda era estrecha y la pata de la mesa no ayudaba. En esos pensamientos se concentraba para mitigar el efecto de su voz y de aquel aroma tan particular que le incendiaba la sangre. Lo que de ningún modo podía haber imaginado es que él redujera la distancia a cero y, estratégicamente, colocara la mano (ay, esa mano que desataba todos los infiernos) a la distancia oportuna para rozarle la pierna. Pero, ¿este qué coño quiere ahora? El tuyo está claro que no, ¿o sí? Menos mal que esa mañana no le había dado pereza depilarse. 

TARDE

Pasan dos minutos de la medianoche. Llega tarde, como siempre. No le importa —es más, diría que disfruta— haciendo esperar a los...