jueves, 11 de enero de 2024

Ella

Ella. Sigue siendo ella, y sin ella no es. Aunque se disfrace de mujer con experiencia y un grado discutible de madurez, sigue siendo ella. La de los ojos limpios, la risa franca y las pecas en los mofletes sonrosados. La que mira al mundo desde la inocencia y la pureza de un corazón que no entiende la maldad ni el egoísmo. La que se encogió de dolor cuando descubrió que las guerras y las matanzas no eran patrimonio exclusivo de las películas ni de los soldaditos cojos de plástico verde.

Ella, sigue siendo ella, y si se le olvida se pierde en cualquier esquina entre el cielo y el suelo. La niña de la ternura infinita que ve la bondad en las briznas de la mala hierba y saluda con alegría a las lagartijas del barrio. La que salva conejos de su trágico destino en la sartén sin importarle el castigo que vendrá. La criatura libre que salta en los charcos y se esconde bajo las mantas en las noches de tormenta. La del gesto de incomprensión cuando le dicen que el azul no combina con el verde.

Ella y por siempre ella, a pesar de huracanes y terremotos. La que siempre defendió al lobo del cuento de Caperucita. La que se escondía en los libros para escapar del insulto y el desprecio y ha hecho de ellos su hogar. La que siempre confió en que si pedía deseos a la luna se cumplirían un año u otro. La que sigue confiando en la magia de una sonrisa y un abrazo a destiempo.

La que si te ha dicho que te quiere te lo ha dicho de verdad. La que anhela tus brazos y seguirá soñando con besos en tardes de lluvia o de sol. Ella. Solo ella. 

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