jueves, 3 de abril de 2025

De mantis a hormiga



Qué difícil acostumbrarse a no tener la sartén por el mango, piensa mientras el aroma del café coloniza su ser a través de las fosas nasales. Se reiría al pensar quién fue ayer y quién es ahora. Se reiría, por supuesto, si no fuera por el nudo en la garganta que le permite apenas tragar el brebaje matutino. Tiene claro que quien se ha despertado esta mañana no quiere ser la de antes, pero la de ahora no le gusta un pelo. Podría haber cambiado un poquito, pero no, si la lía lo hace a lo grande, faltaría más.

Un día tuvo el mundo a sus pies, conseguía lo que quería con una mirada y una media sonrisa de esas que nunca sabes a ciencia cierta qué significan. Siempre le gustó jugar partidas arriesgadas pero placenteras. El roce hace el cariño, sí, pero llevaba la profilaxis emocional de serie, y si el juego perdía emoción, a otra cosa, mariposa. Cambiaba de adversario por aquello de no tentar al aburrimiento y, si era necesario, acababa con ellos con un simple "ya hablaremos".

¿Y ahora quién soy?, se pregunta, con la certeza de que la respuesta no hará sino ahondar el pozo de su tristeza. De reír con ganas a tragarse las lágrimas. De reina del tablero a sombra difuminada de escaque, de todopoderosa mantis a insignificante hormiga. No es necesario indagar en los motivos, que están claros como el agua. Nunca debió quitarse la armadura, pero ya es tarde, muy tarde. Remueve el café con la cucharilla, a pesar de que se le ha olvidado ponerle azúcar. 

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