jueves, 16 de noviembre de 2023

AGUA Y FUEGO

Tarde de mantita, café y libro al son de las gotas de lluvia que golpean el cristal de la ventana. Son transparentes y delicadas, preciosas y frágiles, persistentes. Poco a poco lo cubren todo con su aliento de vida. Centímetro a centímetro conquistan el alféizar, las paredes, las tejas y el verde de las plantas del patio. Copian con exactitud el modus operandi de tu recuerdo, que aparece como una luz pequeñita en una esquina de mi mente e intenta colonizar cada resquicio de mí. Trato de esquivarlo, pero sé que está ahí, que su tacto es cálido y suave, que huele a ilusión y sabe a tormenta de besos. Intento volver a la lectura y, sin embargo, soy incapaz de frenar la imaginación. Tu recuerdo insiste y emite una vibración que hace imposible fingir que se ignora. No puedo más. Me rindo. Cierro los ojos y dejo que fluya. Tus pupilas vuelven a clavarse en las mías. Tu voz se acurruca como un gato perezoso en los pliegues de mi sonrisa. Tu pecho es el dique que contiene la crecida y tus brazos la barrera natural entre mi huracán y el universo. Mis manos recorren tu piel mientras tus labios bailan un tango con los míos. Tu lengua enroscada en mi pezón izquierdo. El deseo no pide permiso y muerde con saña. Mi respiración se agita mientras la galaxia se condensa en tu lengua buscando mi ombligo. Diluvia en la calle mientras las ganas de ti me llueven entre las piernas. Fuego y agua. Me gustaría contártelo. Tal vez lo haga. Tal vez sonrías y me abraces como haces en mi sueño mientras te susurro estas palabras al oído. Tal vez.

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