sábado, 18 de noviembre de 2023

Astronauta insomne


El insomnio parece haberse adueñado de las noches de la astronauta de manera irremediable. Ha probado a dormir con el traje puesto, pero es incómodo y, al final, la procesión va por dentro. Ha contado rebaños enteros de ovejas, de todas las razas y todos los tamaños. Ha cambiado los ovinos por piedras, a ver si visualizando seres inertes se apaciguaba el torrente que convierte su pensamiento en una montaña rusa desquiciada. Ha intentado sosegarse repasando las lecciones de cromoterapia, pero su rojo intenso neutraliza de inmediato cualquier amago de color pastel.

Sabe a ciencia cierta quién es el causante del desvelo, quién genera y esparce el rumor de las dudas y el millón de preguntas que no se pueden hacer. Dicen que lo que no se habla, se llora, y ella ya se acerca a las fronteras de la deshidratación. Debe hacer algo cuanto antes para contrarrestar a la máquina rebelde que no obedece, o al menos para reducir el volumen de las consecuencias. Las agujas del reloj marcan las cuatro y una idea va tomando forma en su cabeza nublada. Como todas las máquinas...Sí, eso es. Tiene que estar por alguna parte. Revuelve cajones y cajones de recuerdos desterrados. Escarba con desesperación en el baúl de lo que nunca ocurrirá. Baja del desván la maleta usada en los viajes que todavía no ha hecho. Nada, no aparece. Los primeros rayos de sol despuntan ya en la línea del alba cuando al fin da con él en el cofre de los martes imposibles. Por fin, el Manual de instrucciones del corazón de esta astronauta. Personal e intransferible.

Lo examina con detenimiento y se asombra ante la cantidad de información que detalla. Válvulas, conectores, electrodos, acción y reacción integran una suerte de computadora mecánica que no obedece a la lógica de las leyes de los hombres sino a arcanos como poco inverosímiles. Lee con atención e incredulidad los centenares de ejemplos de funcionamiento y la exactitud con la que están descritos. La chispa que prende dentro con una sola mirada tuya. La descarga eléctrica que suponen tus besos. La deflagración instantánea que provoca el roce de tu piel. El seísmo causado por la indefinición de tu segunda persona del singular. Céntrate, se dice. Debe hallar el apartado que especifique soluciones a problemas o averías. Tiene varias opciones. La primera, localizar la válvula de drenaje con el fin de dejar salir una parte del sentimiento que ya no le cabe dentro. La segunda, situar el interruptor del bluetooth que le conecta sin piedad el corazón a la mente. Y la más drástica, averiguar qué cable tiene que cortar para que se apague y se calle de una maldita vez.

Cuando por fin sus ojos alcanzan la latitud de la sección de soluciones, no se lo puede creer. Una sola frase. En negrita, cursiva, subrayada y al doble de tamaño que el resto de caracteres. Y encima, en ruso:
Астронавт, Вы не можете остановить волшебство


Al encontrar su significado en el traductor de Google, una lágrima y una sonrisa luchan por adueñarse del momento. 

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