jueves, 1 de febrero de 2024

Rojo infinito


Rojo vivo, infinito, brillante y con un lazo suavísimo de terciopelo. Fantasía pura para aquella niña de diez años que nunca había recibido un sueño envuelto en papel de regalo. La noche anterior apenas había pegado ojo, y al despertarse su estómago dio un vuelco que la hizo temblar. Aquel día era el día más importante de su vida, y su joven corazón se debatía entre la alegría de que por fin hubiese llegado y la tristeza y la decepción que se había instalado en los ojos de su madre. La caja reposaba sobre el baúl de su dormitorio, esperando sus manos ansiosas como espera el bosque la lluvia de primavera. ¿Sería para ella? ¿Debería abrirla? Incapaz de contener su curiosidad por más tiempo, levantó la tapa y todas las dudas se le despejaron en un instante. Rojo vivo, infinito, brillante, y el lazo que tantas veces había acariciado en su imaginación. No tuvo que preguntarse de quién provenía el obsequio, pues la sonrisa de su abuela apareció de repente por una esquina de su mente como una luciérnaga en la noche más oscura. «Aférrate a tus sueños, pequeña. Lucha por ellos y no los dejes ir nunca». Se los probó y se adaptaron a sus pies como una segunda piel. Cuando se reencontrara con la abuela le iba a dar un beso que se oiría hasta en la luna. 

Ahora, mientras espera en la estación a que llegue el tren no puede dejar de mirárselos y preguntarse por qué la vida tiene que ser tan difícil. Por qué la alegría de sus zapatos nuevos y de conocer por fin a su padre sabe amarga al recordar las lágrimas y los reproches de su madre. «Te lo he dado todo, desagradecida». «¿Quién te ha cuidado en tus desvelos, cuando estabas enferma, cuando tenías pesadillas? Yo. Y ahora me lo pagas así». La abuela ha dicho que le de tiempo, que le tenga un poco de paciencia, que habla el dolor de la mujer y no de la madre, y otro montón de cosas que ella no entiende. Pero se siente una traidora sin saber bien el motivo. Tantos años esperando este momento y ahora la tristeza y la ilusión giran desenfrenadas en un baile caótico y no sabe cómo sentirse. Respira y se centra en su única certeza: lo preciosos que son sus nuevos zapatos, de un rojo vivo, infinito, brillante y lleno del cariño de la abuela. 

Si ella supiera lo que le va a cambiar la vida ese tren...

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