jueves, 4 de abril de 2024

PREGUNTAS

«Espejo, espejito mágico... ¿Quién es la criatura más estúpida de este mundo o cualquier otro al que tengas acceso?  No la busques más, la tienes delante, aunque camuflada debidamente para la ocasión. Sorprendido, ¿eh? Ay, las costumbres... Durante siglos has contestado invariablemente la misma pregunta. Dime, ¿has mentido alguna vez? ¿Tu código de honor de los espejos mágicos te permite hacerlo? No temas, yo no te lo voy a preguntar, no te voy a poner en ese brete. La respuesta siempre ha estado clara como el agua, aunque alguna vez haya podido pensar que ... En fin, qué se le va a hacer, la genética es caprichosa y a mí no me tocó una buena mano en el reparto.

Espejo, espejito mágico...¿Es capaz tu poder de borrarme de la faz de la tierra y así no ensombrecerla con mi presencia? ¿Habita en ese otro lado que no puedo ver el más mínimo ápice de misericordia? Vaya, no contestas a ninguna de mis preguntas. No sé por qué, pero algo así esperaba. Y tú, cuervo de los demonios, ¿te parece bien entrometerte en ruegos ajenos? Cierra el pico y alza el vuelo, que peor agüero ya no puedes pintar.»

El espejo mira en silencio a la criatura impertinente. ¿Cómo osa dirigirse a él en esos términos? Se va a enterar. Concentra toda su energía en vislumbrar lo que oculta la capucha. Cuando logra ver sus ojos, su furia se aplaca. A través de ellos percibe con nitidez el alma del ser que se atreve a hablarle así. Dolor, tristeza, rabia, un corazón roto y un puñado de ilusiones marchitas. Fronteras difuminadas entre la cordura y la insania. Si tuviera brazos, la abrazaría para consolarla, pero a los espejos mágicos no se les permite hacer esas cosas. «Maldito Cupido», piensa apenado. Lo que no acierta a percibir es la hoja de metal frío que esconde la mano de la desdichada. Se acabaron las preguntas.

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