jueves, 13 de marzo de 2025

NO ABRAS LOS OJOS


No abras los ojos. No mires. Ella está ahí. Como siempre. Acechándote. Esperando el menor descuido por tu parte para arrastrarte a esa oscuridad donde apenas llega el aire a los pulmones. Para hundirte en el subsuelo y apresarte entre raíces de insoportable dolor. Observa tus cicatrices, que atestiguan que ese infierno no es de fuego pero el hielo hiere igual. No quieres regresar a ese negro ni a esos días sin tiempo ni esencia.

Por eso no abras los ojos, no mires, no permitas que te atrape el monstruo del que huyes muchas noches bañada en el sudor frío de las pesadillas. De ella no te puedes esconder. A ella no la puedes engañar. Conoce hasta el último resquicio de tus entrañas, hasta el último pliegue de tus pensamientos. Nació en tu primer tropiezo y se alimenta, con gula, de tus miedos y fracasos. No tendrá piedad, lo sabes, y te susurrará con dulzura y crueldad a partes iguales el monólogo que tantas y tantas veces ensayó. Que para qué. Que te rindas. Que no eres suficiente. Que cada uno se engaña con la mentira que más le gusta. Y, una vez más, su verdad será la tuya.

Aprieta fuerte los párpados y mantente firme y, por lo que más quieras, no abras los ojos, no mires. Tu peor enemiga te aguarda impaciente para fundirte en su abrazo y recordarte otra vez qué botón pulsar para que deje de doler. Huye, huye ahora que todavía puedes, porque ese monstruo... Ese monstruo eres tú.

jueves, 6 de marzo de 2025

SIN MAPA NI BRÚJULA


Siempre he pensado que, sin lugar a dudas, hay viajes que se disfrutan más en compañía. Lo que jamás habría imaginado es que cierto tipo de fantasías pudieran convertirse en realidad. No sabría contar las veces que mi mente ha volado, sin poder evitarlo, hacia esas escenas. Y ahora, resulta que una simple puerta de madera es la frontera tangible entre el Edén y la Tierra. A través del ojo de su cerradura se adivinan maravillas que nadie escribirá en los libros de Historia pero que, o mucho me equivoco, o quedarán grabadas sin tinta en mi memoria.

Con mano temblorosa de anticipación, abro la puerta con suavidad. La luz del ocaso entre las cortinas baña la imagen que hasta hace segundos rendía tributo al reinado del sueño. Es verdad. Me esperan. No me lo he inventado. El primer contacto visual ya me confirma que no solo estoy invitada, sino que soy bienvenida. Un cúmulo de sensaciones y emociones se adueñan de mis sentidos. Expectativa, anticipación, deseo. La distancia entre nuestros cuerpos se reduce a pequeños pasos e inmensas ganas. 

Lo miro y entiendo a la perfección lo que me dicen sus ojos. La miro y comprendo sin necesidad de palabras lo que grita su piel. Que somos náufragos que anhelan la salvación de la misma playa. Un roce de labios da comienzo al juego más antiguo, escrito en el idioma del instinto. Al viaje más excitante que se emprende sin mapa ni brújula. Lenguas que recorren con deleite montañas y valles placenteros. Dedos que trazan curvas sin pudor ni freno. Cuerpos y almas danzando salvajes al son de una melodía a tres voces. Y la noche se transforma en un río de caricias a seis manos. 

Siempre pensé que había viajes que se disfrutaban mejor en compañía. Lo que no sabía era cuánto.

NO ABRAS LOS OJOS

No abras los ojos. No mires. Ella está ahí. Como siempre. Acechándote. Esperando el menor descuido por tu parte para arrastrarte...