jueves, 1 de julio de 2021

Heridas

Hay heridas que no se cierran del todo nunca. En un momento dado, pasan de simples cicatrices a llagas en carne viva. Sangran, duelen y nos hacen descender casi de golpe al fondo de un pozo de negrura infinita. Por las rendijas que deja la herida abierta comienza a desfilar la cohorte de monstruos y fantasmas que se mudaron a nuestro interior en el mismo momento en que se abrió la piel. Y nos hacen sentir defectuosos, tarados, desportillados, rotos. 
Entonces desearíamos ser hermosos témpanos de hielo, hiératicos e impasibles, en lugar de volcanes sintientes. Roca dura e inerte en lugar de corriente de agua viva. Querríamos ser y estar, sin sentir. Y arrancarnos los ojos para no darle cancha a la criatura horrible que acecha al otro lado del espejo y nos roba la sonrisa, la seguridad y el amor propio. Quizá si lo decimos en voz alta, si lo escribimos, se conjure una tormenta que lo arrase todo, que lo destruya todo, y nos permita empezar de cero. 

Saludos desde el fondo del pozo.

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