jueves, 29 de junio de 2023
SILENCIO
miércoles, 28 de junio de 2023
QUEMADURAS
Su intuición la advirtió de que lo que estaba a punto de hacer era peligroso, y a nada estuvo de hacerle caso, pero para qué. Una vocecilla interior le susurraba -a gritos- que se detuviera, que sopesara el riesgo que implicaba recorrer el universo a pelo. Ay, aquellos ojos… Sin embargo, se dijo, muy segura de sí misma, que aquello no ocurriría. Era, más que improbable, imposible. Desde hacía varios años su nombre figuraba (en cursiva y negrita) como titular de un certificado que acreditaba su solvencia en profilaxis emocional y entretenimiento aséptico. Hizo un repaso mental de sus partidas anteriores -Castor, Hadar, Helvetios- y, aparte de algún rasguño de poca importancia, habían sido relativamente exitosas. Además, aquella otra estrella emitía una luz y un calor tan apetecibles… Tanto calor que el traje se le hacía incómodo conforme se acercaba a su galaxia. Tanto calor que, sin pensarlo, se despojó de la escafandra, del traje, de la prudencia y de cualquier atisbo de sensatez que se atreviese a contradecirla.
Y ocurrió, vaya que si ocurrió. Lo supo ya desde el primer beso, mientras ignoraba a la vocecilla que le gritaba desesperada que huyese como alma que escapa del diablo. Normalmente, adaptarse a unos nuevos labios, a una nueva lengua, llevaba su tiempo, pero en aquel primer beso tuvo la certeza de que sus dos bocas se habían estado besando desde el principio del tiempo. Ardió hasta los cimientos de los cimientos, se abrasó hasta el tuétano y, aun así, como buena idiota con pedigree, quiso más. El resto no se lo ha contado a nadie, pero no es muy difícil de imaginar.
Afortunadamente ha vuelto a protegerse en el interior del traje y esta vez lo ha asegurado con candados cuyas llaves ha arrojado a la lava del volcán del Nunca Más. Con el tiempo sanarán las heridas, las quemaduras y se evaporará la estupidez, pero mientras pasa a limpio los apuntes de la última lección aprendida: no se besa a una estrella con los labios ni el alma desnuda.
viernes, 23 de junio de 2023
Así nace una astronauta
jueves, 22 de junio de 2023
Destino
Mentiras
Apretaba los labios con furia y contenía las lágrimas que pugnaban por desbordarle unos ojos verdes donde ya no quedaba ni rastro de sueño. El nudo en la garganta le secuestraba las palabras y las ganas de gritar horadaban su pecho como una horda de aguijones rabiosos. Prometió que nunca nunca nunca le mentiría, y lo dijo tres veces, nunca nunca nunca. Podía perdonar las mentirijillas de los Reyes Magos o del Ratoncito Pérez, pero las mamás nunca deberían engañar a sus hijos, aunque solo tuvieran ocho años como él. ¿Por qué lo había tenido llorando tantos días creyendo que jamás lo iba a volver a ver? ¿Para qué se había puesto aquel traje negro de señor malo de las películas y la camisa blanca que le picaba en la piel y había lanzado aquel puñado de arena y su Funko favorito para que le hiciese compañía para siempre?
Buscó en el cajón de los cubiertos la llave oxidada de la puerta del patio trasero para que su papá pudiera entrar a la cocina a resguardarse del frío de la noche. Ya habría tiempo para hablar con mamá, pero esta broma no se la iba a perdonar nunca.
Venganza
Sus ojos contemplaban la escena, pero no daban crédito a lo que veían. Suciedad, abandono, ruina. Alguien había profanado los blancos muros de su sagrado con un galimatías esperpéntico de letras sin atisbo alguno de significado. Donde otrora reinase la esencia última de la muerte, la calma, el silencio, imperaba ahora la nada, el vacío, la ausencia. Si las lágrimas hubiesen figurado en su catálogo de posibilidades las habría derramado por miles. Si su corazón fuese algo más que un estropajo de fibra seca se habría hecho añicos. En aquel lugar había yacido, serena, la memoria de su metamorfosis. En el primer nicho de la segunda fila había abandonado su carne trémula y había nacido su cuerpo de alabastro pulido. Sobre aquel suelo cubierto ahora de inmundicia había sentido por primera vez el tormento y el placer que provocaba simultáneamente el preciado rojo. Desolación, tristeza, rabia, furia. No pudo seguir mirando. Su rostro níveo y habitualmente hiératico se contrajo en un rictus de dolor. Esta vez, la venganza no aguardaría más de cien vueltas al sol.
Primera vez
La última mariposa
De forma casi imperceptible, le susurra la memoria que un día rozó la felicidad con la yema de los dedos. Una fugaz brisa de aqu...
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Cuentan las antiguas leyendas que, al principio de los días, Luz y Oscuridad, Agua y Fuego, Bien y Mal, fueron complementarios e...
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Rojo vivo, infinito, brillante y con un lazo suavísimo de terciopelo. Fantasía pura para aquella niña de diez años que nunca hab...
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Todos tenemos un talón de Aquiles. Todos nos transformamos en algún momento, por cualquier circunstancia, en aquello que desprec...