viernes, 24 de noviembre de 2023

Sueños de astronauta

La luna insomne y temprana me hace sudar sueños como pétalos. Flores que se deshojan mientras en mi garganta se agazapa una cohorte de quieros y en mi boca se tropiezan los sustantivos y los verbos con tu lengua. Brotan de mis pechos hiedras, en mis ojos cobran vida girasoles del color de un beso y en mi piel un pantano se derrama gota a gota hasta mojar las sábanas. Un oasis aflora en mi entrepierna y mis dedos de pianista sin teclas acarician tu espalda mientras el Canon de Pachelbel se atrinchera en cada uno de los rincones de la estancia. El mundo y tu sonrisa caben entre mis abrazos. Nuestras bocas se buscan con prisa dando paso a una humedad nueva. Te cubro el pecho de estrellas y mis latidos se acompasan al chelo y a tu respiración. Es una noche sin oscuridad, es la vida a sorbos, es… fuego y alma, y todo el universo se muda a tu ombligo. Tras las ventanas hace viento, hace lluvia, hace frío, hace labios y hace tiempo. Todo el tiempo.
Te sumerges entre mis pechos. Mis pezones enhiestos te piden besos, lengua, mordiscos. Lamo cada poro de tu piel. Tengo sed de todo tú y bebo de cada uno de tus jadeos. El vaivén de mi cintura al ritmo de los acordes de tus dedos que exploran mi volcán. Noto tu excitación. Te saboreo como si fueras un caramelo que quema. Entras en mí y el mundo se detiene.

La ropa por los suelos, la habitación deshecha de gemidos, las sábanas que se enredan entre nuestras piernas y la música suena para callar nuestros jadeos. En la calle, la gente se refugia de la lluvia bajo el paraguas. Empiezan a nacer charcos en la calzada y las nubes siguen llorando. Nosotros, ajenos al devenir vespertino que se asoma entre el cortinaje, solo vivimos. Y el mundo entero cabe en tu risa.

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